sábado, 30 de abril de 2011

(2) EL OMPHALOS DEL MUNDO



YO,YO y YO
Los griegos afirmaban, que el gran Zeus en uno de sus arrebatos de cartógrafo, tuvo la luminosa idea de querer establecer el centro de todo el universo. Así, se las ingenió para azuzar a dos águilas en dos puntos muy distantes de la “inmensa intemperie”. Los pájaros obligados a ser acomodadores en la sala de cine del espacio no tuvieron más remedio que darse al vuelo o a la huída. Los animales más asustados que conscientes de la gran misión que pesaba sobre sus peregrinas alas, volaron y volaron hasta la extenuación, pues el trayecto era, como se supondrá, “tela de grande”. A pesar del ímprobo esfuerzo, tras jornadas sin número, y tras habérselo volado todo lo acreditado así como lo ignoto volvieron a avistarse. Entonces, a pesar del inmenso cansancio que las obnubilaba se reconocieron. De inmediato se dieron una señal de cómplices canallas subversivos, y se posaron juntas dispuestas a despotricar del gran jefe, negándose en rotundo a atender el capricho del todopoderoso.
A Zeus no le importó tal rebeldía, pues una vez más, él, el gran dios, al igual que el resto de los dioses que se precien, se había salido con la suya. Allí estaba el “omphalos”; el ombligo del mundo. Y así, en las montañas de la Fócida, en el monte Parnaso, en el templo de Delfos, (no sabemos si el templo se lo mando hacer después en honor de su hijo y compinche Apolo o ya estaba levantado) podían asegurar los dóciles humanos, con meridiano y celestial rigor, que se encontraba el punto básico y esencial en el que se comunicaban los planos del gran cosmos.
Eso fue cosa de Zeus. Antes Amón-Ra le había hecho saber a los egipcios que el centro de los centros estaba en Karnak. Y Viracocha hizo lo propio con sus amados inkas, situando el lugar en Qosco, a orillas del lago Titicaca. Cada cual llevaba, como se ve, el ascua a su sardina.
A partir de ahí y ya sin mesura ni tasa, los menos dóciles humanos (más bien indómitos y, sobre todo, inmanejables) nos hemos debatido en el asunto de determinar dónde en verdad se encuentra el ombligo del mundo. El Renacimiento trasmutó muchas cosas, y entre ellas esa del epicentro cósmico.
Pero ahora podríamos decir que este trasiego, para los privilegiados del fatuo primer mundo, ha venido a encallar en el “yo” más orgulloso y miope que pueda imaginarse. Vivimos revestidos de la inconsciente soberbia de creernos, cada uno, el núcleo de los núcleos. Así sometemos, mentimos, robamos, despreciamos, humillamos o destruimos con la sola y demente obsesión de re-auto-afirmarnos en esa torpe idea: en esa falsedad. Escasamente caemos en la cuenta de nuestra insignificancia, nuestra interinidad y la evidente debilidad de nuestro cuerpo. Sólo el dinero lo tiñe todo y su obtención del modo más sencillo y fulminante llena nuestros deseos.
Ante tal despropósito, os propongo una realista cura de humildad viendo el video que sigue a estas líneas. No es una ficción ni una recreación. Observarlo, pues, con atención y luego deciros a vosotros mismos quienes somos.
j.y. (3.9.2010)

5 comentarios:

  1. Apreciado Javier:

    El vídeo que nos traes aquí es, por supuesto, impresionante.

    Sólo decir que, llegando al minuto sexto, yo hubiera esperado que se emprendiera una nueva expedición: la expedición hacia lo más pequeño, hacia ese otro universo que se encierra en cada minúscula brizna de nuestra existencia.

    Ambas esferas (lo más grande, lo más pequeño) son, en realidad, las dos caras de un mismo ser, que nosotros torpemente intermediamos.

    La vida, nosotros, somos el catalizador que hace que todo se manifieste.

    ResponderEliminar
  2. Jose.
    Con seguidores fieles como tú, que aportan tan enriquecedoras reflexiones, es como de verdad se va constituyendo un entramado humano que rescata y hace verdaderamente útiles estas redes sociales.

    No sabes cuanto te agradezco tu colaboración, compañero. j.y.

    ResponderEliminar
  3. Me ha encantado leer tus palabras Javier, tu relato es esquisito.

    Pienso que no sería tan complicado alcanzar una sociedad altruista. Cuando una persona descubre de verdad la felicidad, rechaza la idea de convivir con el ansia de sacar su cabeza por encima de las demás.

    Es una pena que la mayoría de la gente tenga como propósito en su vida tal cosa.

    ¿Hay algo más inflamable que una sociedad infeliz, Javier?

    ResponderEliminar
  4. Rubén. Gracias por tu comentario lleno de fe en la humanidad. Tal vez, eso es lo que haga falta: creer en nosotros mismos, dejar las mezquindades y seguir adelante sin mirar atrás. Adelante!!! compañero de viaje.

    ResponderEliminar
  5. Omphalos? Ombligo y falo?
    El super-ego rampante, di que si, que no solo martiriza sino que se toma como bandera para izarla cada poquito como si fuese real.
    Siempre que veo una perspectiva diferente de la Tierra veo como Occidente se disminuye, adquiere su verdadera dimensión.
    Preciosa perspectiva para los afortunados habitantes de uno de los universos posibles.
    Besos

    ResponderEliminar