sábado, 30 de abril de 2011

(15) CUANDO SHEREZADE LE CEDE LA PALABRA A DON QUIJOTE.

¡Oído, cocina!: ¡Una de rearme moral para la mesa siete!



A diario, nuestros políticos y regidores se desgañitan en proclamar a “los cuatro vientos” que no todos ellos son iguales. (Hacia los cuatro vientos, que según nos dijo el poeta y rapsoda ciego Homero son: Bóreas, Noto, Céfiro y Euro. Ya veis que curiosas son las coincidencias; Euro, el viento del Este, el responsable del calor sofocante,  era ya desde entonces uno de los  vientos veleidosos que nos soplaban la oreja y nos hacían sudar la gota gorda. 



A diario, o casi a cada hora, unos y otros de esos mandamases quieren salirse del condenatorio chiquero en el que la opinión pública del reino (esto es, la nuestra) les ha confinado por pícaros, traviesos y niños muy malotes. La cosa nos llamaría a risa y cosquilleos si se tratara de simples diabluras de chiquillos, pero como no es el caso, nos producen mal humor, sarpullidos, irritación e ira. Y lo que es peor, controversia social y alineación en las filas del politiqueo.

Cuando todo un pueblo indignado le corta un mismo traje a toda una ralea de los suyos, el atavío se torna en uniforme, y, cual tosco sambenito, este sayal les convierte en casta señalada. Tras ello todo vale, y empieza la puja popular por uno u otro bando. Ya sólo es preciso calzarles en la testa un capirote para que la disfrazada colección de fulanos sea digna diana de pelotazo en barracón de feria. Así, cada cual elige la lista de espantajos a los que atizará, en cuanto pueda, a golpe de desprecio o injuria facilona. Testarazo tras el que el vencedor obtendrá por todo galardón un vulgar y  prosaico peluche imaginario que acabará en rincón olvidado, pues que el premio no vale en absoluto nada, pero sí el acto justiciero de descargar la saña. 

No; yo no creo que todos sean iguales, aunque eso sí: un tanto parecidos. Viejo es aquel refrán que dice que “tanto peca el que mata como el que tira de la pata”. Hay, pues, quien obra. Hay quien acompaña. Existe quien mira desde media distancia e incluso se sonroja. Y también aquellos que desde lejos atisban, barruntan y giran la cabeza como si con ellos no fuera nada del nacional fiasco. También los hay que se escandalizan, murmuran en cabildo y se rebelan. Pero -cual “farol” en partida de naipes-, conscientes de que pertenecer a tan santa e impermeable cofradía como a la que están suscritos es algo muy rentable, cierran el pico e invocan el voto de silencio (no el de castidad, y mucho menos el de pobreza; ese no). El quebrantamiento de la disciplina de partido es algo muy mal visto y digno de pena rigurosa. 

En fin, que entre unos y otros, la congregación es lo que es, y a los ciudadanos sólo nos queda el pataleo de ponerles un mote, hacerles algún chiste, alguna ácida burla y seguir llevando esa cruz. Dicen que la soberanía del pueblo consiste en su derecho a elegir en las urnas. Y ¿entre quiénes?, pues sabido es que las listas las confeccionan ellos con sus correligionarios, y ya se cuidan muy mucho de que todos sean de semejante tinte y fieles o sumisos al que manda. 

Así está configurado el Hemiciclo patrio que guía el destino de nuestro amado reino.

Y ante tan responsable y libre hermandad de desmembrados gobernantes el ogro financiero avanza cual King Kong imparable. El proxeneta sultán al que llaman “Mercado” dice que esta pupila suya (Spain), a la que él exprime a la vez que a otras  desamparadas muchachillas, no le resulta a la sazón rentable. Y como bofetada para que ande más lista y facture más cópulas de esquina, tugurio o descampado, nos amenaza en cada madrugada con ahogarnos a todos. 

Un día sí y otro también,  “los Mercados”, nos acometen con ese asunto de “la deuda externa”. Sube y se desproporciona “el diferencial” (ese guarismo que tan casado va con la recia Alemania), y a la voluble “Bolsa de Valores”, como añosa meretriz en franca decadencia, se la ve ofreciéndose, cual ínfima buscona, de una en otra esquina, de una en otra mesa, de rodilla en rodilla, tratando de seducir con su bocanada de humo fétido y su “Chanel número 5” de garrafa, adquirido en la tienducha más mísera de barrio. (Aunque, no hay que engañarse, la prostituta no es ni tan tonta ni tan huérfana como quiere mostrarse, sino que peina canas de especulación y latrocinio avaro.  Lo demás es teatro; puesta en escena de espectáculo sádico.

Luego está el euro monaguillo. Alguien lo ha convertido en ese zascandil que siempre parece ir “a la puta carrera”, cual el soldado bajito que cierra el desfile. Un soplavelas que a menudo parece tocar la esquila cuando no es la hora, confundiendo así al caprichoso clérigo que está oficiando esa solemne misa de las Economías. La borrascosa y equívoca pieza de depurado culto en que se ha convertido el concierto monetario de este blasfemo y heterodoxo mundo.

Eh aquí la cordada maldita que nos sujeta a todos en esta escalada libre de inmenso precipicio. 

Y es que, en realidad, la esclavitud sigue con su tenaza amenazando por todos los confines. Las cárceles y jaulas en las que nos confinan estos nuevos negreros son otras. Ya no tienen barrotes y ellos no emplean látigos, al menos en su versión más ruda. No vestimos de harapos (Aunque a la moda de los opulentos le guste rasgarse y envejecer las ropas, desbocar camisetas, arrugar, cauterizar o deshilachar los tejidos para que nos parezcan rabiosamente inéditos). Luego, vemos, que tal metamorfosis hacia lo estrafalario se nos queda en nada: vulgaridad y adocenante norma. Pero así es la tiránica moda. Invento subyugante. ¡Chitón y punto en boca!

Volvamos a lo nuestro. Decía que no vestimos miseria, en el sentido más estricto del término. Ellos se han ocupado de darnos pan y circo. Festejo administrado en la medida justa para, tras embaucarnos con ese espejismo de nuevos-ricos-bobos, sacarnos las entrañas y tenernos muy bien aprisionados con grilletes, bozales y antifaces que nos inmovilicen. Falso banquete y regalía ilusa a cambio de un acato total y un entregarnos a sus manos hurañas de matones y de sacamantecas. Y así vivimos afanosamente obsesionados con obtener dinero. Dinero que inminentemente trocamos por cuanto ellos nos dicen, y en sus “economatos”, conducidos por el pérfido flautista de ese Hamelín al que ellos suscitan  desde sus enfáticos megáfonos del timo o del chantaje de lo publicitario. Música dulce que embobe a los ratones y los lleve hasta el charco que los ahogue a todos.



Ante tal panorama; ante la sádica resolución de este implacable Shahriar (el sádico sultán de “Las mil y una noches”) que amenaza con degollarnos apenas llegue el alba, no podemos más que erigir a una trémula y dulce Sherezade que anestesie el meollo de este sujeto de cerebro enfermizo. Se trata de volver a las fuentes, de ir abriendo una a una todas esas antiguas cajas que, como juego de entrañables matrioskas, nos permita volver a traer a presente la esencia de los valores que tornan al humano en racional y sincero; ponderado y amable.



Tendremos, pues, que contarle en las noches que quedan, sin pérdida de tiempo ni corte en el relato, esa historia que habla de preceptos, respeto, tolerancia y justicia. A ver si eso nos vale.

Hubo un tiempo en el que había que reunirse de forma clandestina, elaborar panfletos con la complicidad de aquellas viejas, y sepultadas ya, multicopistas a quien debemos tanto. Tirar pasquines. Y, con la alevosía de las noches más turbias, hacer pintadas en los desnudos muros, que gritaran lo que la voz no podía decir desde la calma por la intolerancia feroz de aquellos déspotas. El tiempo ha cambiado. Pero de nuevo la situación clama una toma urgente de postura. A cada época histórica le corresponde su lenguaje y sus formas. Es necesario hoy un rearme moral. (Y digo rearme, sabiendo la rudeza del término).Y lo es con la urgencia y el pulso que impone cualquier intervención quirúrgica que llaman de alto riesgo. Y sabido es que esa cirugía no va a venir desde las manos prensátiles de los acomodados. Es tiempo, ya, de tomarnos, uno a uno, la obligación que nos compete, de hacer íntima expiación, y ajustarnos las armas que avivan la conciencia. No se trata de guerra, violencia o vandalismo, se trata más de salida quijotesca por campos de La Mancha. Que la Sherezade de las noches de cuentos le ceda la voz a don Quijote. Que todos recordemos aquello que no dejó escrito el ubérrimo don Miguel de Unamuno, el del “vencerán pero no convencerán”. Aquél que escribió un texto que para mí es oración de almohada, sustituto del “Jesusito de mi vida” y del “Cuatro esquinitas tiene mi cama”. Ahora ya me callo. Entenderéis por qué. 

  
 “…Pues bien, sí; creo que se puede intentar la santa cruzada de ir a rescatar el sepulcro de Don Quijote del poder de los bachilleres, curas, barberos, duques y canónigos que lo tienen ocupado. Creo que se puede intentar la santa cruzada de ir a rescatar el sepulcro del Caballero de la Locura del poder de los hidalgos de la Razón.

Defenderán, es natural, su usurpación y tratarán de probar con muchas y muy estudiadas razones que la guardia y custodia del sepulcro les corresponde. Lo guardan para que el Caballero no resucite.
A esas razones hay que contestar con insultos, con pedradas, con gritos de pasión, con botes de lanza. No hay que razonar con ellos. Si tratas de razonar frente a sus razones estás perdido.

Si te preguntan, como acostumbran, ¿con qué derecho reclamas el sepulcro?, no les contestes nada, que ya lo verán luego. Luego...tal vez cuando tú ni ellos existáis ya, por lo menos en este mundo de las apariencias…”

Y sigue:

“…¡Poneos en marcha! ¿Que adónde vais? La estrella os lo dirá: ¡al sepulcro! ¿Qué vamos a hacer en el camino, mientras marchamos? ¿Qué? ¡Luchar! Luchar, y ¿cómo?

¿Cómo? ¿Tropezáis con uno que miente?, gritarle a la cara: ¡mentira!, y ¡adelante! ¿Tropezáis con uno que roba?, gritarle: ¡ladrón!, y ¡adelante! ¿Tropezáis con uno que dice tonterías, a quien oye toda una muchedumbre con la boca abierta?, gritarles: ¡estúpidos!, y ¡adelante! ¡Adelante siempre!...”

(Del prólogo a “La Vida de D. Quijote y Sancho”, de Miguel de Unamuno)
j. y.

Aperitivo musical
"Sherezade" Rimsky Korsakov Op.35 II
La historia del príncipe Kalender.
(Youth Symphony Orchestra Of Venezuela)







Paises que, persuadidos por China, no han aceptado la invitación a la ceremonia de los Nobel por discrepancias con la elección de Liu Xiaobo:

Rusia, Marruecos, Cuba, Venezuela, Irán, Egipto, Sudán, Vietnam, Pakistan, Kazajistán, Arabia Saudí, Filipinas, Afganistán, Irak, Colombia, Ucrania, Serbia, Tunez, SriLanka, Argelia.                                                                              


Liu Xiaobo
Premio Nobel de la Paz 2010

(sin comentarios)

  
Mario Vargas Llosas
Premio Nobel Literatura 2010

Nos alegra enormemente.

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