Huelga en la minería principios del s. XX.
  
Más de cuatro millones en huelga forzosa.
Más de cuatro millones en huelga forzosa.
Los que nos desayunamos a la vida en una dictadura, y luego nos embarcamos en la juventud en el navío de la obtención de los más elementales derechos sociales, entre  manifestaciones prohibidas, carreras y mandobles de doble faz, como eran los que daban los grises con sus porras, y alguna que otra noche de negro calabozo, nos supusimos, desde nuestra ingenuidad de pardillos (suponiendo que los pardillos sigan siendo unos pájaros cándidos a los que no hayamos convertido con nuestros dilates medioambientales en aves alteradas) que promulgada una “Carta Magna” todo o mucho ya estaba conseguido ad aeternum. 
De aquellos pugilatos obreros y estudiantiles con las fuerzas del orden, y a través de las sesudas redacciones de los conspicuos Padres de la Patria, se consiguió, entre otros, el derecho sacrosanto a la huelga. 
Nuevamente desde el candor de quien estrena hato y todo le viene bien por novedoso, nos creímos que el derecho tal estaba ya blindado. Vamos: puesto en su sitio y con directrices claras, bien marcadas y, por supuesto, aptas para cumplirse. Una huelga era, pues, una huelga y punto.
 Pues no, mire usted.
Aquello que se supone un instrumento otorgado a los trabajadores para reivindicar sus derechos ante los poderosos que, como bien es sabido, jamás dan nada per se, sino que cuando conceden algo lo es porque ha logrado arrebatárseles tras muchos sufrimientos, resulta que es ahora un artilugio que ni dios lo comprende por más que se dessese.
A saber: Se anuncia con meses de anticipo, lo lideran y atizan aquellos que durante más de un año han sido incapaces de llegar a un acuerdo de reforma social, la contesta una patronal cuyo presidente tiene un número considerable de empresas en escandalosas crisis, la contempla el primer partido de la oposición desde la tibieza más cínica, quien por toda aportación a tan grave momento nos ha regalado, además del permanente “no y no”, aquella idea luminosa que se resume en la insigne frase de su líder: “Aquí hay que hacer lo que hay que hacer”. Y si por si  el coro del convite nos fuera insuficiente, la aguanta estoicamente un gobierno que va de acá a allá, dice y desdice, padece amnesia y hasta nos recuerda a aquellos infortunados del Medievo mordidos por el mal que llamamos “el baile de San Vito”. Un gobierno que sólo actúa cuando Europa o los Todopoderosos Mercados le ponen la pinza en la nariz. No sabemos si porque quieren obsequiarle con semejante artilugio, a modo de punto de mira, para que no la pifie más con esa traidora escopeta de feria con la que parece querer acertar en la diana esquiva de la solución del conflicto, o para que no le crezca más el  delator apéndice, que más parece que le fue implantado por el propio Gepeto, el ebanista padre de Pinocho, que por la biología. 
(Recuerdo que el “Baile de San Vito” a pesar de ser una patología neurológica que provoca temblores y alucinaciones, durante la Edad Media se daba con numerosa frecuencia y era contagiosa a grandes concentraciones de personas. Vamos, igual igual que lo que, metafóricamente, le sucede a nuestros altos mandos e insignes regidores; todos beodos no se sabe de qué).
Pues bien, ahí estamos. Con nuestro gobierno preso de alucinaciones, nuestra oposición atufando a negatividad, enfática pero incapaz de entender lo que es un asunto de Estado, nuestros sindicalistas trogloditas, esos que hasta, si lo pensamos, dan desde miedo a risa, y huelen  ya a lo lejos a chacina mohosa y caldo revenido, y a quienes sólo corea el cabildo de los que refugian su incapacidad o sus miserables fines personales en los locales de la “liberación” (Para comprobación, hacer un repaso por los que conocéis. Habrá alguna excepción, sin duda. Si es así, cuidarla, pues, en verdad, merece un plan nacional de preservación, cual especie en peligro flagrante de extinción, ya que debería sernos de importancia clave su existencia). Y, para rematar, está nuestro adalid empresarial a quien parece importarle un bledo dejar en tierra a inmigrantes o trabajadores, viajeros o incluso al tan costoso prestigio nacional del sector del turismo, pero que no se apea ni aunque el avión derrape y el capitán grite: ¡fuego! ¡desalojen! Y ahí estamos.
Pero resulta que, ante tanta barbarie del siglo veintiuno y tanto desatino social y del caletre más elemental, a uno no se ocurre más que pensar que estas huelgas de hoy no son lo que antes eran. Por lo menos no son lo que eran en un pasado más o menos cercano. Más se parecen a aquellas jornadas de caza que el rey Alfonso VIII de Castilla disfrutaba cuando, por las tierras de Burgos, se iba a solazar a los prados y bosques cercanos al monasterio cisterciense de ínclito Bernardo, santo donde los haya, que hasta hoy se llama de “Las Huelgas Reales”. (Porque huelgas se han llamado siempre los terrenos que no se pueden utilizar para generar ningún tipo de cultivo de mediano provecho).
Tal vez por eso, a todos estos "músicos de la orquesta filarmónica nacional" debemos decirles de una vez, que ante la huelga que ellos nos endilgan: ¡¡¡huelga!!! Que ese día no vamos a hacer nada de nada fuera de lo que venimos haciendo cualquier miércoles de este “annus horribilis”. Pero no porque estemos de acuerdo o desacuerdo con esa revirada reforma laboral en la que están hozando, sino porque estamos firme y radicalmente en asintonía con ellos, sus métodos y sus bufos sainetes.
Que les proponemos otra alternativa, la de que se metan Gobierno, Oposición, Sindicatos y Cúpula Empresarial en una habitación, y cual cónclave pontificio que implora al Espíritu que lo guie y lo asista, estén a pan y agua hasta que lleguen al acuerdo que a todos nos deben por decencia y derecho. Ah, y si no llegan a ningún compromiso, tirémosles la llave al río y a comenzar de nuevo. No es la primera vez que el pueblo ha hecho alarde de aleccionadora sensatez y superior cordura.
j.y.  27-9-2010

Sainete, sainete. Zenayy, ya veo que has abierto un nuevo blog de -opinión?, la idea es buena, espero que la mantengas. la primera entrada, "El principio" "la palabra" y con Blas de Otero me ha gustado.
ResponderEliminary de esta -huelga- que decir, me quedo con el último párrafo, lo suscribo, lo llevaría al parlamento para colocarlo dode se merece: en una "Ley" y ajo y agua.
Que viva la lucidez.
ResponderEliminarLo malo de todo esto es que el pueblo de hoy en dia carece de sensatez y cordura, y solo el ombligo propio y las ojeras de la Esteban son capaces de hacer atisbo de una mueca en esta putrefacta sociedad.
ResponderEliminarToño
Grande Javier
Como se trata de respetar la pluralidad, y aquí todas las opiniones, en principio, son válidas y enriquecedoras, paso esta que he recibido en mi correo electrónico.
ResponderEliminarOs mando este vídeo australiano, con subtítulos en castellano.
¿Que hacen los sindicatos por nosotros? ....al menos no secundar la campaña mediatica de descredito a las instituciones que nos hemos dado y que todavia no hemos sabido o podido mejorarlas no ???? saludos pepecuesta.
http://www.youtube.com/ccoo#p/a/f/1/HKoalfb_NS0
¡A ver si lo lee alguno¡ Mientras, a seguir con paciencia ilimitada. ¿Será verdad eso de que la historia es cíclica....
ResponderEliminarPiluca
La farándula, la comedia diaria a la que asitimos sin invitación ni galas. Mientras quien vive cada día sin horizonte, como dice Belen: "¡Tira p'a lante, cochero.
ResponderEliminarBueno, cuatro millones de parados es lo menos que puede pasarle a un país cuando deja de ser competitivo. Los países que pasaban hambre se han puesto las pilas y trabajan por menos dinero que nosotros. Vamos que las empresas se vayan a la India y China no lo puede cambiar ni una dieta a pan y agua, a no ser que nos volvamos nacionalistas y cerremos fronteras.
ResponderEliminarEl problema es durante estos años nadie convocó una mísera manifestación para reclamar una fórmula que invierta ese proceso, o para exigir una explicación al porqué hemos pasado de ser la 2º potencia pesquera a la 10º en apenas 30 años, ídem con la agricultura y ganadería. ¿Quién critica nuestro modelo de 3 millones de funcionarios?, ¿Quién reclama la verdad sobre el 11M?,etc… Cuando a un país le deja de interesar este tipo de cosas, de verdad que se merece toda pérdida de respeto.
Al menos deberíamos desear una democracia como la Suiza, pero ni eso.