EL ARTE DE AMAR Y
EL PRIMER PLANO
Foto: Pedro
Tejedor Martín.(París, abril 2006)
Museo del
Louvre
“Cupido y
Psique” ó “Psique reanimada por el beso del amor”.
Autor: Antonio
Canova (Italia, 1757-1822) Neoclasicismo.
Siempre es difícil conseguir una creación u obra rotunda.
El arte de la creación entraña mucho más que tener una idea gloriosa o
estrambótica, y una maestría en la ejecución. Dicen que crear es sacar algo de la nada. Así aseguran algunos que lo
hizo Dios para crear el mundo, dando pistas a la humanidad, en aquel trance, sobre
el noble oficio del prestidigitador. Uno, dos.., seis, y ¡ya está! Como si de
la nada pudiera sacarse algo. Tal vez Dios -si lo es-, nada hubo de sacar de
ningún sitio pues ya, en Sí, Él, lo era todo.
Crear -pienso yo- no es más que extraer y
mostrarme a mí mismo algo que, aun estando ya dentro de mí, no sabía que allí
me habitara. Crear, pues, antes que nada, ha de ser conseguir sorprenderme a mí
mismo. Luego, tal vez, y de menor importancia debería ser sorprender a los
demás con lo, por mí, “creado”.
Pero a veces hay alrededor de todos nosotros serviles
y aduladores dispuestos a aplaudir nuestras ridículas obras e, incluso, hasta
nuestras miserias (lo vemos a diario). Otras veces, por el contrario, se apiñan en nuestro entorno,
resentidos y difamadores proclives a emponzoñarlo todo antes, incluso, de que
sea algo. Entonces, tratar de ser fiel a uno mismo se hace una tarea ruda y que
requiere soledad y sordera. Vivir debiera ser siempre caminar en soledad y
silencio, por más que esto nos resulte arduo y casi espantoso. El afecto, la compañía y, hasta, el amor son atenuantes de entrañable y cordial predisposición, que
hemos de agradecer y valorar. Pero, al fin y al cabo, sólo atenuantes.
Dicen que las buenas interpretaciones
cinematográficas, además de otros múltiples ingredientes, han de constar de
primeros planos. Es en el tú a tú, con el ojo diseccionador de la cámara como
escarpelo o bisturí, como un actor se desnuda en gestos, matices, sutilezas; expresión y
semblanza. Sólo mirando de frente y fijamente, asumiendo la plena desnudez,
puede comenzar a ser uno el que es y no el que fantasea o pretende. Y siendo
esto así, no es extraño que nosotros en nuestra vida cotidiana soportemos
difícilmente los primeros planos. Y ya no digo nada si además se trata de una
toma en “plano secuencia”; vamos, hecha de una sola vez y sin cortes ni
empalmes, como suele ser la vida íntima o en el plató familiar.
Vivir y relacionarse con los demás en
panorámica es muy sencillo. Incluso en plano medio es tolerable, sobre todo si
se tienen recursos y habilidad de camuflaje o fuga. Amontonar amigos en las
redes sociales o en la vida de a pie es cosa fácil. Vivir y convivir en "cara a
cara", se me antoja un ejercicio de alta maestría. No se empieza queriendo; se
comienza deslumbrado y deslumbrando, gustando; deseando. Luego se continúa
conociendo, sobrellevando, tolerando; acoplándose. Sólo, en el mejor de los
casos y tras encomiables esfuerzos, termina uno amando y entregándose. ¡Ah! pero
eso sí: durante todo el viaje, restableciendo incansablemente y cada día los espacios personales
de autonomía (entiéndase, libertad).
Pero toda esta realidad no ha de ser
necesariamente triste. La tristeza es un lastre y sólo eso: un lastre. El
sosiego, la serenidad y la templanza, son mucho mejores compañeras de ruta,
siempre que se dejen presidir e iluminar por la razón, la veracidad y la firmeza.
El llanto -aunque no es malo eso de llorar de vez en cuando- deberíamos haber
comenzado a considerarlo desde un ratito después de haber nacido, cuando
entramos a la vida berreando y en cueros. Después, si es posible, llorar tan sólo de
alegría. Pero eso no siempre depende de nosotros.
j. yáñez
Erich Fromm, “El arte
de amar”.
“El amor sólo empieza a desarrollarse cuando amamos
a quienes no necesitamos para nuestros fines personales”.
“En el amor se da la
paradoja de dos seres que se convierten en uno y, no obstante, siguen siendo
dos”.
Pasión en la dirección, magníficos solistas y
encanto sencillo en el resto de los ejecutores.
“TE QUIERO”. Poema de Mario Benedetti.
Música de Alberto
Favero.
Tomado de
Internet: https://www.youtube.com/watch?v=t3L6Ko0a66Y

Estupenda reflexión.
ResponderEliminarCreo que se debe saber mucho sobre las afecciones en general y sobre el amor en especial para ser capaz de regalar tan exquisita reflexión. Me encanta especialmente la correlación que estableces entre esos términos cinematográficos con las relaciones humanas. Bello, simple y profundo.
ResponderEliminarUn abrazo.